martes, 10 de mayo de 2011

No se admiten preguntas

Los que de una u otra manera nos dedicamos como medio de supervivencia  a esto de la información estamos ya bastante hartos de que estos de lo público hayan optado de un tiempo a esta parte por convocar ruedas de prensa, presentaciones, inauguraciones y demás comparecencias públicas, en las cuales se nos viene privando -depende del personaje en cuestión- de nuestra libertad de hacer las preguntas que como profesionales estamos en nuestro derecho de realizar, siempre dentro de unos parámetros permisibles, claro está.



Esta es, sin duda, una manera de controlar lo que se dice o más bien lo que no se quiere que se diga. Para ello evitan al precio que sea cualquier tipo de pregunta de parte de los molestos y cojoneros plumillas que lo único que intentamos es hacer nuestro trabajo lo mejor que sabemos, siempre que nos dejen.

A veces me pregunto si es que estos de lo público no quieren o simplemente no pueden contestar a lo que la parroquia quiere saber, por la sencilla razón de que igual no tienen el nivel suficiente para ello y pueden llegar a cagarla en función de la pregunta y, como no, de su respuesta.

El caso es que, insisto, después de muchos “no se admiten preguntas” las redes sociales se han convertido en la plataforma de reivindicación de los periodistas a preguntar si se les convoca y si les da la gana hacerlo. Es lo justo. Tenemos todo el derecho del mundo a recibir y transmitir la información que creemos es de interés público.

Algunos responsables de distintos medios de comunicación se han comprometido a ser los cabezas visibles de un grupo, plataforma, movimiento o lo que quiera que sea, que bajo el lema “Sin preguntas no hay cobertura” quieren poner los puntos sobre las ies a estos de lo público. Es decir, si me convocas y no me dejas que te pregunte si lo estimo oportuno, no sales en mi medio. Es lo que hay, señores.

Tampoco es agradable que se demoren en  su hora de comparecencia, esa que ellos mismos han marcado y que muchos no cumplen, nunca. Se piensan que no tenemos otra cosa que hacer que esperar a que a ellos les venga bien salir de su despacho para atender a los medios a los que, insisto, ellos han convocado. Es cuestión de cortesía que los periodistas esperemos unos minutos a que digan lo que tienen que decir, lo mismo que es cuestión de cortesía el que  estén en su sitio a la hora establecida.

Por cierto y aunque no venga al caso, el otro día charlando con un colega de los medios caímos en la cuenta de que algún concejal llevaba casi mil cuatrocientos y pico de días sin saludarnos cuando nos cruzábamos a la puerta del Consistorio o de la cafetería de turno, hasta que el otro día soltó de buenas a primeras un enérgico “buenos días señores”. Hay que joderse. Se le pasó la amnesia de repente. Ahora si nos conoce. Ya si se acuerda de nuestras caras. Sabe quienes somos y donde trabajamos. Ahora todos los micros, todas las cámaras, y todos los periódicos son iguales. Ahora si. Ya os dije la última vez, que estos de lo público pasarían por tribuna.

Tendrá que ser así.

* Artículo pubicado en Diario Ideal el martes 10 de mayo de 2.011