viernes, 10 de junio de 2011

Aquí no pasa nada

Primero fueron los gabachos los que nos volcaban los camiones de fresa de Huelva en sus fronteras, y aquí no pasó nada. Luego llegó la gripe A, las vaca locas y la gripe aviar. Después, la crisis se asomó a nuestra ventana y le gustó tanto el ambiente que la muy jodida decidió quedarse a joder. Y ahora llega la crisis del pepino para terminar de amargarnos, por ahí, la vida a los españoles, gracias a la ligereza con la que el Gobierno Alemán trató el tema de la intoxicación que ya a costado la vida a demasiadas personas y que afecta a otro par de millares, apuntando y señalando a nuestros agricultores como culpables de la desgracia. Lo peor de todo es que de momento, aquí, en España, no pasa nada.



El Gobierno no quiere o no sabe como tratar el asunto. A pepinazos deberían de haber abierto nuestros mandamases las puertas del Gobierno germano exigiendo una disculpa pública e inmediata; indemnizaciones para nuestros productores que han visto como sus negocios se van a pique por la ineficacia de quienes deben de coger al toro por los cuernos; y como no, la dimisión de los que, sin constatar de donde provenía realmente el brote de Escherichia coli, señalaron con su dedo acusador al pepino español como culpable de la intoxicación y las muertes de estas personas.

Conste que siempre que haya casos de intoxicación alimentaria, o se sospeche que pueda haberlos, los gobiernos tienen la obligación de actuar rápido, con mano firme, pero asegurándose siempre de que sus declaraciones son fidedignas y que están fundamentadas, ya que el impacto que estas pueden tener de cara a la sociedad pueden tener consecuencias irreversibles.

Una vez se suelta el pepino ya no hay marcha atrás. El daño ya está hecho. El miedo a que te pase a ti hace que automáticamente te protejas y crees a tu alrededor una barrera protectora que evite el contagio. Es lo normal. Pasa casi siempre.

Para colmo de nuestra desgracia, Rusia decide que por sus fronteras no pasa ni una sola hortaliza española. La misma suerte corren los productos procedentes de Alemania y mientras, los rusos se piensan si hacen lo mismo con los productos del resto de los estados que componen la Unión Europea.

Total, que aparte de la tensión que se mastica entre las diplomacias de España y Alemania, los agricultores españoles pierden pasta como si no costara. Unos 200 millones de euros por semana en ventas a causa del “pepinazo”. Eso sin contar que el tomate y la lechuga forman parte también de la lista negra de las autoridades alemanas. Y aquí no pasa nada, señores.

Mientras tanto en Alemania se siguen dando palos de ciego. Una vez descartados los pepinos andaluces y en su búsqueda de un culpable que tape sus vergüenzas e ineficacia en este asunto, dicen haber encontrado la causa de la intoxicación en una plantación de brotes de soja que producen en su propio país. Los dirigentes alemanes se vuelven a equivocar. Y aquí no pasa nada.

A todo esto, en una taberna de Linares, de nombre “El Rincón Minero”, sus dueños han decidido plantar cara a las acusaciones de los germanos y se solidarizan con los agricultores andaluces en general y almerienses en particular, premiando a todo el que quiera pasar por su barra a lo largo de esta semana con un chupito de gazpacho andaluz con todos su ingredientes. Es decir; pepino andaluz, tomate andaluz, agua, aceite de oliva virgen extra de Jaén, vinagre andaluz, sal y pan andaluz, para demostrar que aquí en España, no pasa nada de nada por consumir pepino andaluz.

Tendrá que ser así.

* Artículo publicado en Diario Ideal el viernes 10 de junio de 2011