domingo, 9 de octubre de 2011

¿Qué coño he hecho con mi vida?

La verdad es que mientras escribo esta líneas no puedo dejar de pensar en qué coño he hecho con mi vida. ¡Yo tenía que haber sido, mínimo, consejero de un Banco o una Caja! ¡Eso si que es un chollazo y no la pensión que me quedará si algún día consigo con el sudor de mi frente llegar a ganarme la jubilación después de trabajar toda mi vida!


Que con la que está cayendo en este país y con las fatiguitas que están pasando cerca de cinco millones de personas, cada una con su historia, algunos señores por mucho que hayan currao y muy inteligentes que sean se lo lleven calentito como si no costara, manda bemoles. Y lo peor de todo es que nadie ha hecho nada por poner remedio a esas “jubilaciones” millonarias pagadas en buena parte con dinero de todos los españoles. ¡Ahí. Con dos cojones! -con perdón-  que se dice en mi pueblo.

Los de mi especie tenemos que batirnos el cobre a diario durante décadas para que nos quede una paguica arreglá que nos permita llegar a fin de mes haciendo una y mil filigranas para que todo nos cuadre, y si sobra un duro ir juntándolo en la hucha de los crios para irnos unos días a Benidorm en uno de esos viajes del Inserso a comer rancho en un hotel de tres estrellas más trillao que la moto un hippie y a bailar los pajaritos de María Jesús en algún chiringuito del Levante.

Sin embargo algunos jerifaltes de la banca española se embolsan cantidades indecentes de dinero con indemnizaciones que te quitan el hipo del tirón. Y a los datos me remito. No hace falta nada más que dar un repaso a las últimas prejubilaciones con indemnizaciones que se aproximan a las dos docenas de millones de euros y que se van a repartir unos tipos muy respetables de no se que Caja o Caixa. Y claro, pasa que a uno se le hincha la vena del cuello cuando ve que muchas de esas indemnizaciones se hacen efectivas gracias a las ayudas que el sector recibe generosamente y con el beneplácito del Gobierno de parte de todos los españoles.  Es o no es para gritar a los cuatro vientos aquello de “que paren el mundo que yo me bajo”. 

Pero aquí no acaba nuestra ruina ahora que los expertos en la materia aseguran que la España de los cinco millones de parados entrará en recesión en menos que canta un gallo. A lo que nos cuesta la banca, hay que sumar lo que nos cuestan muchos de nuestros políticos. Estos de lo público a los que, si no me equivoco, les basta con ocupar un sillón y tener un coche oficial con chofer para ellos solitos y cotizar de esta manera unos 80 meses para asegurarse, así, directamente, el 80 % de la jubilación máxima que marcan las leyes. Si la cosa les va más o menos bien y aguantan en el sillón nueve años se llevan el 90% y si curran 11 añicos les queda el 100%. Llegados a este punto me pregunto por segunda vez ¿Qué coño he hecho con mi vida? ¡Yo tenía que haber sido banquero o uno de estos de lo público, como mínimo! 

Son más listos que nosotros. Donde va a parar. Muchos de ellos antes de dejar en manos de otros el poder se han encargado de blindarse jubilaciones y de dejar embargadas las de millones de españoles que ven como su futuro es más incierto conforme pasan los días. 

Esta jodida crisis nos esta asfixiando. Y muchos de nuestros políticos también. La pregunta es: ¿hasta cuando lo vamos a seguir permitiendo? Hay que acabar de una vez por todas con el despilfarro de nuestras administraciones o estos manirrotos de lo público acabarán con nosotros y con nuestro bienestar. 

Muchas veces me pregunto si esto, realmente, tendrá que ser así.

Artículo publicado en Diario Ideal el domingo 9 de octubre de 2011