lunes, 19 de diciembre de 2011

Qué tiempos aquellos

Qué tiempos aquellos en los que te juntabas en Navidad en casa con un  par de jamones de pezuña negra, tres cajas de mantecados, un par de tripas de lomo embuchado del bueno, varias botellas de vino de Ribera y otras tantas de Rioja, y raro era si no te echabas en el maletero del coche unos pack de cervezas Cruzcampo Especial Navidad.
  

Eran tiempos de bonanza en los que tenías tantas invitaciones por Navidad para sentarte en una mesa a referir con los compañeros que era imposible cumplir con todos los compromisos.

Que si un sindicato te regalaba un salchichón ibérico, que si otro un queso de Argamasilla de Alba, que si los del bando contario te obsequiaba con un excelente Aceite de Oliva Virgen Extra de Jaén, por supuesto. Incluso hubo quien te apañaba un equipo informático por entregas anuales. Vamos, una pasada.

Hoy, la cosa está tan sumamente jodida que apenas si consigues juntar encima de la mesa unas tarjetas con las correspondientes felicitaciones navideñas. Si acaso unos e-mail y gracias.

Lo de las comidas pasó a convertirse en una copichuela de vino cabezón acompañada de unos platos de queso y jamón para 12 comensales y fritangas variadas, para terminar transformándose en un desayuno a base de café de puchero aguado y pastas del híper de turno, para al final quedar en nada.

La comida de empresa ha tenido que ser sustituida por unos biscúteres, que en la mayoría de los caso se pagan los currantes, mirando de reojo al compañero gañotero, ese que cuando llega la hora de pagar coge las de Villadiego y se va a mear por tal de no poner los diez “leurones” a los que toca, como el resto de la tropa. Los hay de una jeta tremenda.

Así que el que este año quiera peces que se moje el culo. Los mantecados habrá que comprarlos al peso. La gamba dejará de ser blanca y de Huelva y habrá que apañarse con una arrocera que dé el pego y satisfaga nuestro deseo. El vino, un Ribera tal vez, pero que no pase de los cinco euros. El jamón será serrano, cuarto y mitad, cortado en máquina, que lo de ibérico cortado a cuchillo nos viene grande. El queso ya no podrá ser como aquel que nos mandaban de Argamasilla de Alba. Una cuñita de algún curado en oferta nos vendrá de lujo.

Se acabo la fiesta señores. Ahora toca apretarse el cinturón un poco más  y apañarse con lo que hay y dar gracias cada mañana al levantarnos por no ser uno de los cerca de cinco millones de parados, de los cuales muchos de ellos ni siquiera podrán comer gamba arrocera ni jamón serrano de oferta, de no ser que alguien les siente en su mesa para celebrar la Navidad.

En fin señores, que tal y como está el patio navideño, tendrá que ser así.

*Artículo publicado en Diario IDEAL el domingo 18 de diciembre de 2011